Las garras del averno
queman la piel
transformando el alma
en cenizas de un ayer
Sentencias descarriadas
atraviesan las ventanas
comunicando las penas
en una nave desierta
Un camino de puás
se avista en el desierto
desangrando sus puntas
con las carnes caídas
Marcas en el cuerpo
relucen el tiempo perdido
grandes caminos silenciados
bajo un secreto no guardado
Somos solo sombras
de un sol cambiante
que ahoga sus rayos
en la arena sollozante
Los gritos no calman
solo flagelan el alma
desgarrando la paciencia
en los golpes sin calma
Garras de ceniza
se clavan en mi espalda
recordándome este camino
donde la virtud no espanta
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